Jorge Fons y Armando Casas

Jueves de Cine en Casa Buñuel: Armando Casas conversa con Jorge Fons

El connotado director de Rojo amanecer (1989) charló modesta y sofisticadamente con su interlocutor Armando Casas, respondiendo algunas de sus estratégicas preguntas para una audiencia motivada por esta ya entrañable serie de sabrosos diálogos fílmicos “Jueves de cine en Casa Buñuel”. Ante la primera pregunta de qué pelícuas vio recientemente, el director comentó que en días recientes hizo una revisión fílmica de Rainer Werner Fassbinder, particularmente de la miniserie clásica Alexanderplatz (1980), basada en la novela homónima de Alfred Döblin, así como de la filmografía de Luis Buñuel y, sólo para salpimentar, algunas producciones turcas e iraníes.

 

Destacó el entrevistador que Jorge Fons ha concretado sus proyectos con una oferta espaciada, limitada y paciente, lo cual no puede ser interpretado como una carencia sino como  una selectividad muy atinada que le ha permitido consolidarse con economía de la misma manera que Rulfo logró su brillante ascenso con sólo dos libros. Al respecto, afirmó, “la obra te encuentra a ti”.

 

Una de sus mayores virtudes ha sido la de su contacto social con lo popular y con las causas justas, destacó Armando Casas, lo que ya se ha vuelto de alguna manera uno de los vectores principales y comunes de varios de los cineastas entrevistados, y que da cuenta de la filigrana con que se reviste el arte, tanto estética como temáticamente. Además, uno de sus mayores fuertes ha sido también la dirección de actores, la cual se debe a su formación dentro del ámbito del teatro, su gran aliado, y a que contó con el aprendizaje impartido por gente como Enrique Ruelas o Seki Sano. El teatro de ese modo se interpreta como una piedra de toque capaz de fundamentar y dar unidad a una película ante la diversidad de actores que participan en los respectivos proyectos, característica que también Luis Buñuel procuró bastante. Sin antes trabajar con los actores, refirió, no hubiese logrado nada, “sería como quitarle el tuétano al hueso”.

 

En cuanto a su formación, se comentó que él perteneció a la primera generación del CUEC, espacio de novel aprendizaje cinematográfico donde tuvo por maestros a José Revueltas o Gabriel García Márquez y donde, recordó, sus profesores eran más bien amantes del cine y profundos conversadores, que productores fílmicos.

 

Su primer largometraje fue El quelite (1970) en cuyo guión participó Gustavo Sáenz, uno de los grandes guionistas del talento nacional, y donde ya se dejaba ver que sus trabajos se realizarían en adelante a través de encargos personales desde las productoras como Marte.

 

Comentó que al principio surgieron varias dificultades profesionales porque el sindicato de directores solía ser muy hermético. Al respecto narró cómo llegó a adentrarse en el mundo de la producción fílmica, al lograr ser “asistente del asistente” del gran fotógrafo germano-mexicano Walter Reuter, según comentó entre burlas y veras.

 

Es importante resaltar la profunda influencia de la literatura en su obra, que refleja un dominio de la literatura universal y moderna, como en el caso de la película Los cachorros (1973) que resultó de una adaptación de una obra de Vargas Llosa. Por otra parte, Armando Casas consideró que su primera obra maestra se realizó en el marco del proyecto Fe, esperanza y caridad (1974), en el segmento “Caridad” que el mismo Ripstein considera los mejores veinte a treinta minutos del cine mexicano y que también fue elogiada por el gran escritor José de la Colina.

 

También en sus proyectos de adaptación se cuenta la película Los albañiles (1976), adaptación del libro de Vicente Leñero donde participa con gran presencia el célebre actor Ignacio López Tarso. El entrevistador destacó por otra parte la precisión a la hora de elegir los perfiles actorales necesarios que delinean y caracterizan los trabajos de Fons.

 

Llamó la atención la serie de anécdotas en torno a Rojo amanecer (1989). Supimos por la entrevista correspondiente a Héctor Bonilla que él había sido el productor y que pujó fuertemente por la concreción del proyecto, a lo que se sumó la anécdota importantísima de Valentín Trujillo, quien envió una copia clandestina a la ciudad de Los Ángeles y que años más tarde aparecería para recuperar el trabajo con los diálogos no censurados; o la de la importante presión que la Sogem realizó para evitar lo menos posible la represión gubernamental y abonar a su estreno; o la más curiosa de todas, que la película llegase a aparecer en el barrio de Tepito de manera clandestina. Más tarde, nos contaron los dialogantes, la Filmoteca de la UNAM realizaría su propia versión al restaurar este clásico del cine mexicano.

 

En el derrotero de la conversación y aunado al hecho de la magistral dirección actoral de Fons, comentó que Salma Hayek debutó en la película El callejón de los milagros (1995), que resultó de una nueva colaboración con Vicente Leñero para la elaboración del guion y basada en la novela homónima de Naguib Mahfuz, película producida por Alfredo Ripstein y que narra diferentes historias que al final se entrelazan coherentemente.

 

Respecto a los detalles de la dirección actoral, Fons puntualizó que el actor debe tener completa libertad para interpretar su papel, lo que suele ser demasiado complejo pero que se logra gracias a la profusión de detalles del personaje en cuestión. “Ellos son los creadores”, afirmó.

 

Ante la pregunta de la audiencia que solicitó un consejo para la profesión de director de cine, respondió que en primer lugar se requiere que sea una gran necesidad, es decir, que se sepa con completa seguridad que se llega a esa vocación por la felicidad que imprime en el alma pese a todas las adversidades, y que a su vez se procure estudiar teatro, dado que las escenas están hechas de planos que necesitan ser rellenados con detalles muy precisos, y que sólo una preparación dramatúrgica puede otorgar. “El cineasta”, precisó, “debe saber qué cine hay que hacer; uno va a querer hacer aquello que expresa lo que uno es: uno es lo que hace”.

 

La charla finalizó con la mención de algunas películas destacadas que logró ver en años recientes, de entre las que mencionó Las vueltas del citrillo (2006) de Felipe Cazals, La canción del pulque (2003) de Everardo González o Quebranto (2013) de Roberto Fiesco, estas dos últimas documentales, los que afirmó, ahora se realizan con gran auge en México.

 

Armando Casas comentó brevemente que Fons tendría que hacer una película de ficción sobre el tema de Ayotzinapa, seguramente en analogía temática con las manifestaciones del 68. El director cerró con broche de oro afirmando que el cine es para conmoverse, y no tanto para pensar.